jueves, 5 de noviembre de 2009

Extraño la normalidad

De las luces de la ciudad, del loco amanecer,
de la primera llamada del día,
de la plática larga y sustanciosa,
de las risas camino a la oficina,
de la emoción de saberte en mi presente,
de la pasión de tenerte en mi futuro,
de la magia en esa mirada,
de las mariposas revoloteando en mi estómago,
del desayuno antes del estrés diario,
de tu cara al final del pasillo,
de tus ojos asomándose en el balcón,
de tu sonrisa franca,
de los cafés matutinos,
de la leche en el refrigerador,
de los mensaje sorpresa,
de las ensaladas y las ganas de ser conejo,
de las comidas ocasionales,
de los dulces de menta y las gomitas de Liverpool,
de los miércoles de copas,
de las pláticas en la oficina
de las encerronas (no de San Lázaro)
de la visita ocasional, que se ha vuelto costumbre,
de los jueves de mojitos,
de los viernes inventando algún pretexto para extender la semana,
de los sábados obligados,
de los domingos toreros,
del abuelo consentidor,
de la norma que nunca es regla...
Extraño la normalidad de tenerte, aunque sea, de vez en cuando, cerca.