miércoles, 13 de enero de 2010

Cuando el silencio nos alcanza

De pronto las palabras no alcanzan, se acaban de tanto repetirlas, de buscar significados en los diccionarios más oscuros, en los papiros más antigüos, en los libros más prohibidos.

Cuando el silencio nos alcanza, sólo nos quedan los abrazos, para consolar otros brazos; el tacto de las manos para calentar los recuerdos, que se enfrían al primer soplo de viento; las miradas, brillantes o sombrías, profundas y sin vida.

Cuando el silencio nos alcanza, sólo nos quedan los sentidos para comprendernos: amor para consolarnos, tristeza para odiarnos, rencor para motivarnos, odio para levantarnos, egoísmo para no dejar en ningún otro ni tus brazos ni tus ojos ni tus manos.

De pronto las palabras no alcanzan y te escondes en un montón de letras que fluyen sin sentido, acompañados de otros, que como tú no tienen consolantes o vocales.

Cuando el silencio nos alcanza, sólo nos queda permanecer callados... callados...
callados... callados...

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