sábado, 7 de febrero de 2009

Mi encuentro contigo o conmigo

“Feliz contigo”

Quién se arriesga gana y yo anoche no supe qué pasó… una llamada telefónica, un retraso y la pregunta más absurda de todas las que ocurrieron “¿cómo voy a reconocerte?”, la verdad por mi cabeza pasaron muchas respuestas pero quizá la más práctica fue ¿o sea cómo, estaremos tan cambiados? La noche en Reforma y el viento helado no ayudaban mucho para que mis ideas fluyeran en nada más que era un acto irrespetuoso de tu parte llegar 20 minutos tarde. Luego sucedió: teléfonos en mano buscando a ese ser que hace años no teníamos enfrente… un silencio corto en el reloj para mí muy largo, un hola, un beso, un abrazo y nuestras miradas… una vez más frente a frente y entonces se acabó el frío.
Hace muchos años te heredé la capacidad de no tener frío aún en las noches más heladas y desde entonces pocas veces me incomodan las bajas temperaturas (salvo por el montón de chamarras que me obligan a usar).
La decisión… dónde ir, qué hacer, cómo hablar… un café Mocha Blanco caliente, un Frapuccino Chai y mucho blablabla… una disculpa de tu parte ante la tardanza y un pedazo de caridad para ti… y luego más blablablabla… “cierra los ojos dos segundo”, dijiste… y adivinaron: los cerré. Al abrirlos una rosa, como entenderán no hay nada que agregar a esto. Supe de ti, supiste de mi… y luego una leyenda en tu brazo ¿Qué dice ahí?, pregunté. “Feliz contigo”, respondiste… y una mirada se cruzó. Vimos que nuestras vidas están separadas por la distancia pero creo que nos dimos cuenta que están unidas por la pasión que tenemos por hacer las cosas…
Y de nuevo a decidir… “acá un lugar de pizzas y cervezas… allá otro lugar de pizzas y cervezas… en el parque un lugar para tomar té… el Covadonga… el Milán…” y con el coche rodando nos paramos en ninguna parte… en el ombligo del mundo y entonces más blablabla… de pronto, más miradas… mi mano en tu cabello y tus manos en mi espalda… un abrazo que fundió más que dos cuerpos, dos almas… y entonces la obligada toma de decisión… un beso largo y profundo que sólo me hizo confirmar todo lo que por años me negué a ver…
Tengo que decir que llegué con un profundo miedo a esta historia… ¿está gordo?, ¿seguramente dirá puras tontería?, ¿miradas?, ¿cuáles miradas?, ¿obvio no tiene nada que ver con lo que yo quiero?... pero sabes qué… de la primera mirada a ese momento, en medio de la noche, de una calle solitaria, con las sirenas de las patrullas brillar, tu rostro fue el mismo de siempre… el que yo quería, el que soñaba y el que muchas noches aparece en mi cabeza…
El lugar siguiente era tan predecible… y entonces sucedió… de nueva cuenta… tu y yo amándonos como nunca y como siempre… tu mirada, la mía… las manos… mis manos, esas que me hicieron componer una canción y varias estrofas que se pretendían llamar poesía… la música, mi canción y tu abrazo… ¿Qué pasó en esas horas? Aún estoy en proceso de descubrirlo… sólo sé que no nos mentimos y nos dijimos lo que en ese momento teníamos qué saber.
Hoy sólo puedo decirte que te quiero… qué también creo que me quieres… ya no quiero dudarlo… no puedo hacerlo cuando anoche, me dejaste ver a la persona que nunca antes había descubierto.
¡Gracias por la noche!, te dije… ¡Gracias por el encuentro!, concluiste.
Aunque creo que esta parte de la historia no es el final.

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