jueves, 22 de octubre de 2009

Crónicas sin sentido

"¿Ella sabe que la amas? Sí
¿Ella te ama? Si"
El amor en los tiempos del cólera

Estando en tierras ajenas uno aprende muchas cosas: del lugar, de su gente, de sus costumbres, de sus profesiones. Y aunque no te das cuenta, te transformas un poco al estilo del lugar donde estás, un poco por obligación, otro tanto porque le encuentras gusto.

Pero, qué pasa cuando el cambio no se debe al lugar sino a los personajes específicos que encuentras en tu sendero diario, cuando es la esencia de esos seres, maravillosos o tenebrosos, los que influyen en tus sueños, en tus procesos físicos e intelectuales y te transforman más que un lugar o un estilo de vida.

De pronto, resulta complicado hablar de temas tan abstractos, sin nombre ni rostro, sin cuerpo ni carrera, pero es la única forma que encuentro para llegar al punto esencial de reconocer el terrible cambio de una persona en mí.

Y me pregunto por qué hay lágrimas y sé la respuesta; pero no puedo salir a gritarlo ni bajar las escaleras y salir corriendo. Ni tocar la puerta de esa casa que no me corresponde habitar. Así como no puedo, tampoco, mantenerme libre de esta sensación que me quema la garganta, me atormenta y me hace agonizar.

De pronto, la alegría infinita, se vuelve un canto agónico... una voz que se desvanece, un extraño proceso a la hora de amar, una necesidad de contruir y luego echar a tierra... si tan sólo fueran sus ojos, se los quitaría, esas manos que me eran indiferentes y hoy siento tan mías. Esa voz que me acaricia en la sola mención, esas palabras que me susurra al viento, todo lo que de pronto, en un instante tan simple es... y me deja ser.

Y no es un amor cualquiera, es algo con más sentido de vida... es la alegría de vivir.

Que vivan las crónicas sin sentido... que ya encontrarán camino algún día.

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