Mi querido innombrable, te nombro por que no puedo ocultar cada trozo de agradecimiento hacía ti. Por que cuando más hundida en el lodo estaba, estiraste tu mano... por que cuando me caía a pedazos en el alma, me regalaste el pegamento de tus regaños y tu cariño al teléfono... por que en la enfermedad fuiste la mejor medicina... por que saber que pensabas en mi, aunque sea en intensión, me reconfortaba el alma y me permitió afrontar, hace dos años más, la prueba más dura que hasta hoy me dio la vida.
Por que aunque nadie lo entiende me perteneces y te pertenezco... estuviste, te quedaste y supiste esperar... como nadie lo ha hecho hasta hoy...
Te quiero todos los días... mi querido Marco... y amo a tu hijo como a ti mismo.
AMIGOS COMO TÚ... HAY TAN POCOS...
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