domingo, 21 de octubre de 2007

La ciudad de los libros soñadores

Hay libros que uno se encuentra y deja perder... luego busca y busca y cuando de nuevo los vuelve a topar descubre en ellos una magia que esperas no termine... así, cuando comienzas a leerlos te los comes poco a poco... con temor de que pronto acabe su misterio... no sabes cuándo es un bocado grande o cuando uno pequeño... y así de manera inesperada te das cuenta que vas a la mitad de la historia... y quieres seguir pero te detienes... y lees dos hojas más... y de nuevo te frenas... y huyes a consumirte otras letras... otros libros que aunque son igual de buenos, puedes devorar sin mayor problema... mientras el "otro" acecha en el buró de tu cama... en la silla que cuida tu colchón... diciendo "ven, tómame... y termina conmigo"... y tu pasión se desborda... y no quieres enamorarte de sus letras... y sin embargo ya le perteneces...

Algo así me pasa con "La Ciudad de los Libros Soñadores" de Walter Moers. Un libro considerablemente grande para los que acostumbro leer... normalmente me voy por historias no tan largas, sin pastas duras y fáciles de cargar... sin embargo con "La Ciudad de los Libros Soñadores" hubo una identificación desde la primera vez que leí su título "un fantástico viaje al mágico reino de la literatura"... y su contraportada "¿Qué pasaría si los libros tuvieran vida propia?" mencionando a seres que jamás se me hubieran ocurrido me llamaran la atención de un libro "Danzarote, o Hildegunst von Mythenmetz"...

Habla de un Orn, un talento único que muchos autores desearían tener... y lo que estaría dispuestos a hacer por obtenerlo...

Habla de libros asesinos y habla de música... y por ello decidí hablar de él... por que habla de música siendo un libro de libros...

"...todo lo que hasta entonces había oído me pareció una ridícula escaramuza, porque lo que estaba viviendo ahora era tan inmenso que sólo podía resumirlo con una frase me había convertido en música. Empezó con mi disolución. Así debe de sentirse el vapor de agua cuando escapa al cuerpo fluido que hierve y asciende por el aire refrescante. Por primera vez en mi vida me sentía libre, realmente libre de todas las coacciones mundanales, libre de mi cuerpo y sustrapido a mi propio pensamiento. Luego me convertí en sonido y quien se convierte en sonido se convierte en onda. Me atrevo a decir que quien sabe lo que es ser onda de sonido se ha acercado ya un buen trecho a los secretos del universo. Y entonces lo comprendí, el secreto de la música, comprendí por qué está tan por encima de todas las demás artes: es por su incorporeidad. Quien se ha liberado de si instrumento vuelve a pertenecer por completo, es una criatura de sonido libre e independiente, ingrávida, incorpórea, completamente pura y en armonía total con el universo. Así me sentía, era música y bailaba con el círculo llameante, muy por encima de todo. En algún lugar allí abajo estaba el mundo, estaba mi cuerpo, estaban mis preocupaciones, pero todo aquello parecía ahora completamente secundario. Allí estaba la rueda de fuego, sólo su presencia contaba, daba vueltas y más vueltas, hasta que su luz multicolor pareció fluir también hacia su interior, en tres trayectorías curvas que se unían en el centro. Y entonces lo vi: El triple círculo"-

Y hasta ahí lo comprendí... hay libros que tienen ritmo... y "La Ciudad de los Libros Soñadores" tiene música...

Apenas la página 159 de 456... y no quiero que termine....

Y quizá todas estas letras tampoco te dirán que siento por "ese" libro... pero es que aún no encuentro ese Orn que todos los escritores buscan... y para ser sincera tampoco quiero encontrarlo muy pronto....

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